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"La felicidad de una madre es como un faro: ilumina el futuro pero también se refleja en el pasado en forma de recuerdos entrañables". Honoré BalzacMadres es el singular nombre que recibe el evento que por segundo año consecutivo organizan las tiendas de Napa, Gran Canaria y La Cumbre, Tenerife. Se trata de dos salidas sociales en las que las comunidades de ambas tiendas se hermanan para recorrer, en dos días distintos, rutas por las islas capitalinas con el único propósito de disfrutar del “gravel de isla”. Madres Vol.2 arrancaba este año en Tenerife, con el apoyo de Etxeondo.Fotos: Raul Santana, Pedro González | LaCumbre.cc & Napa Collective.cc
Las tropas de Napa llegaron en barco desde Gran Canaria a Santa Cruz de Tenerife la mañana del 26 de junio. El grupo de Tenerife los esperaba en la Plaza de España para dar comienzo al recorrido del día, que los llevaría desde el nivel del mar hasta los macizos de Anaga a más de 1000 metros de altura.
Las tropas de Napa llegaron en barco desde Gran Canaria a Santa Cruz de Tenerife la mañana del 26 de junio. El grupo de Tenerife los esperaba en la Plaza de España para dar comienzo al recorrido del día, que los llevaría desde el nivel del mar hasta los macizos de Anaga a más de 1000 metros de altura.
El primer desafío con el que se encontró el grupo de 40 ciclistas fue el Valle Tahodio. El cauce de un barranco que les llevó a atravesar una zona rural con caseríos dispersos donde tuvieron que portear la bici en algunos de sus tramos más enrevesados.
El primer desafío con el que se encontró el grupo de 40 ciclistas fue el Valle Tahodio. El cauce de un barranco que les llevó a atravesar una zona rural con caseríos dispersos donde tuvieron que portear la bici en algunos de sus tramos más enrevesados.
El primer avituallamiento donde recargar bidones y ánimos los esperaba al coronar este primer reto con rampas de más del 20% bajo el sol del mediodía.La temperatura y las vistas cambiaron radicalmente al adentrarse en el Parque Rural de Anaga. Pasando de senderos polvorientos rodeados de tabaibas y cardones a zonas de laurisilva con espacios que poco ven el sol durante el año por la tupida vegetación.
Después de recorrer unas pistas más llevaderas que hasta el momento, llegó la hora del almuerzo. Un momento para comentar las anécdotas que habían ocurrido durante el día y recuperar fuerzas. La ruta continuaba.
Después de recorrer unas pistas más llevaderas que hasta el momento, llegó la hora del almuerzo. Un momento para comentar las anécdotas que habían ocurrido durante el día y recuperar fuerzas. La ruta continuaba.
Tras refrigerio terminaron de conectar las montañas que rodean a la ciudad de La Laguna, donde se tomó la foto del día. Una imagen que habla por sí sola y quedará para el recuerdo de un día inolvidable.Dos semanas después, la aventura siguió en Gran Canaria.
Tras refrigerio terminaron de conectar las montañas que rodean a la ciudad de La Laguna, donde se tomó la foto del día. Una imagen que habla por sí sola y quedará para el recuerdo de un día inolvidable.Dos semanas después, la aventura siguió en Gran Canaria.
Gravel de isla para vivir: barrancos, Tirma, 40 grados y la mejor compañía.
Son las 8 de la mañana y el grupo Madres de La Cumbre, se reúne en el puerto de Santa Cruz de Tenerife dirección Agaete. Desde el barco se podía ver las siluetas de las montañas con unas nubes que nada presagiaban el día que iban a pasar. 
Llegaron al puerto de Agaete, con sus bicicletas de gravel dispuestos a recorrer la isla vecina. Allí les recibiría un grupo de más de treinta ciclistas. El cielo se dividía en dos, hacia la izquierda nubes negras, hacia la derecha un sol brillante, aunque con algo de viento, ¿qué ruta tomarían?
Se dividieron en varios grupos para no entorpecer el tráfico en dirección La Aldea, el sol y el viento les iba a acompañar todo el día. Empezaba la subida y ya se notaba el entusiasmo y las ganas de pedalear, no tardarían mucho en desabrocharse el maillot -Alde y Alda- para que entrara algo de fresco. La carretera hacia La Aldea es muy especial, ya que bordea toda la costa sobre acantilados inmensos.
Se dividieron en varios grupos para no entorpecer el tráfico en dirección La Aldea, el sol y el viento les iba a acompañar todo el día. Empezaba la subida y ya se notaba el entusiasmo y las ganas de pedalear, no tardarían mucho en desabrocharse el maillot -Alde y Alda- para que entrara algo de fresco. La carretera hacia La Aldea es muy especial, ya que bordea toda la costa sobre acantilados inmensos.
Justo donde acaba la carretera vieja, decidieron parar para hacerse una foto todos juntos en el mirador. Les envolvería la nube lo suficiente para recuperarse del calor que estaban pasando. Un poco de agua y comenzaría la ruta por tierra. 
Justo donde acaba la carretera vieja, decidieron parar para hacerse una foto todos juntos en el mirador. Les envolvería la nube lo suficiente para recuperarse del calor que estaban pasando. Un poco de agua y comenzaría la ruta por tierra. 
Daba comienzo lo que parecía una cronoescalada, desde El Risco hasta la Casa de Tirma, la subida cuenta con 24 kms. y 1000 m. de desnivel, con una pendiente media del 4.5%, que no dejaría a nadie indiferente. Entre piedras y con vistas a enormes barrancos y paredes, el calor hizo de las suyas, llegando a marcar el termómetro hasta 37 grados. Varias paradas por el camino para reunirnos, beber agua y comentar las increíbles vistas y, ¡cómo no! lo ligero que estaban subiendo algunos.
Daba comienzo lo que parecía una cronoescalada, desde El Risco hasta la Casa de Tirma, la subida cuenta con 24 kms. y 1000 m. de desnivel, con una pendiente media del 4.5%, que no dejaría a nadie indiferente. Entre piedras y con vistas a enormes barrancos y paredes, el calor hizo de las suyas, llegando a marcar el termómetro hasta 37 grados. Varias paradas por el camino para reunirnos, beber agua y comentar las increíbles vistas y, ¡cómo no! lo ligero que estaban subiendo algunos.
Tres horas subiendo para reunirse al final de la pista, rumbo al avituallamiento. Bajada por Coruña, para pasar por La Presa de Lugarejos, una pequeña carretera rota con un encanto especial metida entre barrancos. El avituallamiento espera en un mirador impresionante. El grupo llega con ganas de comer y beber algo fresco, para luego ya dirigirse directamente a la bajada. 
Después de 4 horas y media de bici, el grupo se reunió en la plaza de Agaete, en un bar de toda la vida para brindar por estas dos salidas, y como no programar las siguientes, esto acaba de empezar. 

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